Me miras desde el silencio de la cruz
y tu palabra resuena en mi corazón, Señor.
También ustedes se irán
también me abandonarán.
A quién iremos Señor, si sólo tú tienes
palabras de vida eterna,
palabras de vida eterna.
Entonces, a qué tememos
cuando el dolor toca a la puerta
y nuestros ojos olvidan la paz.
Bienaventurado, tú qué lloras
que un día en mi casa mi Padre enjugará
todas aquellas lágrimas, Él te consolará.
Y ese día al fin será la paz
y el tiempo de fraternidad;
y el mundo viejo habrá pasado ya
y con Él los sufrimientos.
Y Dios alumbrará todos los corazones,
Señor, Maranatha.
Y ese día al fin será la paz
y el tiempo de fraternidad;
y el mundo viejo habrá pasado ya
y con Él los sufrimientos.
Y Dios alumbrará todos los corazones,
Señor, Maranatha.
(Final) Maranathá.