Otra vez esa huesuda, Me arrebata un vago alero
Ahí va la copla escondida, en el silbido del viento
En cada valle o quebrada, en el eco de algún cerro
Como nunca la vidala, será profundo lamento
Enmudecido de asombro, sin la caricia ni el grito
De su cantor, de su dueño, sin la voz del chango nieto
Hablado!
Lo han de llorar los coyuyos, las grisinas y malvones