Desde las entrañas de la Andalucía,
mojados con sangre de mi corazón,
te mando a Galicia, dulce Rosalía,
claveles atados con rayos de sol.
Caigan los claveles en tu calavera
manchando su blanco marfil de pasión
y hagan el efecto de una cabellera
con trenzas de sangre nevada de olor.
Llevan el rocío de mi madrugada
pondrán en tu cráneo vacío mi amor,
y en tus huesos tristes rumor de Granada
llenando de estrellas la noche cerrada
que como ceniza de sombra quemada
cubre la cobacha de tu panteón.
El clavel es alma de esta tierra fuerte
Cubiertas de olivos palmeras y al son
Que el Mediterráneo sobre el campo vierte,
el clavel asoma rojo entre el verdor,
Cual copa imposible que beba la muerte.
Levantando el alma latina hacia Dios.
Ya ves Rosalía que mando a tus mares
lo que en este campo es estrella flor.
Mándame tú en cambio rumor de pinares
ruido de rebaño que vuelve a sus lares,
Y el panal meloso de gaita y cantares
que se oye en tus campos al primer albor.
Quiero que consueles mi vida exaltada
a tiempo mi alma perdió su pastor,
quiero que me cuentes tu vieja tonada
a la orilla tibia del hogar sentada
por toda la gente sin pan que sufrió.
Quiero que lloremos la melancolía
que sobre nosotros el cielo dejó
pues vamos cargados con cruz de poesía
y nadie que lleva esta cruz descansó.
Junto a los cipreses que rompen el cielo
saludo a los sauces que tiene Padrón.
Quiero que con estos claveles sangrientos
llegue a tu sepulcro mi llanto y mi voz.
Quiero que con estos claveles sangrientos
llegue a tu sepulcro mi llanto y mi voz.