No hay flor como la amapola
ni corazón como el mío,
que lo sentencian a muerte
por tenerlo repartido.
A las dos de la mañana
me vinieron a buscar
tres pares de ojitos negros
y me tuve que entregar.
La mano en el Evangelio
pongo yo aunque me muera,
que yo no he matado a nadie
de noche en la carretera.
Los tormentos de mis negras duquelas
no se los mando ni a mis enemigos,
yo soñaba con clavito y canela,
me despertaron pa´ darme castigo.
Mi sangre y mi vida,
mi lunita clara,
con lo mucho que yo la quería
se va sin volver la cara,
con lo mucho que yo la quería
se va sin volver la cara.
La rosa de los amores
la cortan pobres y ricos
y todos acaban llorando
igual que los niños chicos.
Los tormentos de mis negras duquelas
no se los mando ni a mis enemigos,
yo soñaba con clavito y canela,
me despertaron pa´ darme castigo.
Mi sangre y mi vida,
mi lunita clara,
con lo mucho que yo la quería
se va sin volver la cara,
con lo mucho que yo la quería
se va sin volver la cara.