Murió sobre el trigo un niño
que no conocía nadie,
le besaron las balas al caer la mañana;
al callar los sollozos,
al nacer el silencio,
lloraron las espigas,
lloró el surco y la piedra,
el hombre quedó solo
detrás de toda la tierra.
Sobre el aire se quedaba
la sangre sola y abierta
mientras sus ojos buscaban
gaviotas oscuras, yerbas.
La muerte vistió zapatos
de hierro y de yerbabuena,
pantalones de metralla
y camisa de fría tierra;
pequeña muerte de niño,
muerte de niño y estrella,
muerte de trigo y de sombra,
agua de acero y de pena,
cuando cayó la mañana
tibia de cardos y yerba
rasgando el día en silencio
con un cuchillo de venas.