Hombre de sal y quebracho
Don Pedro Evaristo Díaz.
Recibe a los forasteros
con sus dos manos tendidas.
Y un sonkoy galopeador
que supo entender la vida.
Rancho quinchado sencillo,
todo hijo, todo nieto.
De pobreza por afuera
y de esperanza por dentro.
I)
I)
Su rostro pinta la raza