Ódiame por piedad, yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia,
odio quiero más que indiferencia,
porque el rencor hiere menos que el olvido.
Si tú me odias quedaré yo convencido
que me amaste, mujer, con insistencia,
pero ten presente, de acuerdo a la experiencia,
que tan solo se odiará lo querido.
Qué vale más, yo niño, tú orgullosa,
o vale más, tu débil hermosura,
piensa que en el fondo de la fosa,
llevaremos la misma vestidura.