Al puerto de la ilusión
embarqué buscando un querer,
viendo que mi corazón más que
amor buscaba placer;
aquel remanso de paz
cuya existencia dudé,
me hizo por fin conocer la mujer ideal.
Maribel, muñequita de carnes rosadas,
Maribel, linda flor del jardín perfumada,
Maribel, en tus ojos divinos soñé.
Maribel, una dicha que nunca logré
Por la sed del buen amor,