Yo no te quiero ver pasar las tardes
conservando entre tus manos
el calor de una taza que se enfría
mientras las horas se hacen días
esperándole.
Ni quiero ver tu rostro reflejado en el cristal
de la ventana a la que estás siempre pegada
mientras miras confundirse las gotas de la lluvia
con las que empañan tu mirada.
Ya no estará allí sentado
no volverá a estar al otro lado
de la mesa donde aún guardas esa silla en su rincón.
Por favor levántate y camina.
Vete a casa y de una vez olvida
que las horas se hacen días,
que su silla está vacía,
y que todos tus recuerdos te acercan más a él.
Yo no te quiero ver pasar las tardes
conservando entre tus manos
el calor de una taza que se enfría
mientras las horas se hacen días
esperándole.
Ni quiero ver tu rostro reflejado en el cristal
de la ventana a la que estás siempre pegada
mientras miras confundirse las gotas de la lluvia
con las que empañan tu mirada.
Por favor levántate y camina.
Vete a casa y de una vez olvida
que las horas se hacen días,
que su silla está vacía,
y que todos tus recuerdos te acercan más a él.