Soñé despierto un cielo azul
del que jamás quisiera despertar,
un cielo en que no existe la inquietud
un sueño que no se sabe nublar,
Y en él, los astros y nuestro amor
eran paisaje de la eternidad.
Ya no es un sueño, porque la luna
conoce bien mi canto.
Ya no es un sueño, porque tu luna
cuida de mi canción.
Me vi llegando hasta tu umbral
golpeé la puerta con temor.
Fingí que por casualidad
pasaba cerca y escuche tu voz.
Y fue tu risa, al colorear
los miedos grises de mi corazón
la que me vino a susurrar
las tres palabras de mi confesión.