Sembré una flor, sin interés, yo la sembré, para ver, si era formal,
a los tres días, que la dejé de regar, al volver ya estaba seca,
ya no quiso retoñar, al volver ya estaba seca, ya no quiso retoñar.
Yo la regaba, con agua que cae del cielo, y la regaba, con lágrimas
de mis ojos;
mis amigos me dijeron, ya no riegues esa flor, esa flor ya no retoña,
tiene muerto el corazón, esa flor ya no retoña, tiene muerto el corazón.