Arde el papel, la llama sale de la pantalla
y los bomberos saludan desde el televisor.
En la pared bailan las sombras. Vuelan pavesas.
Un nuevo drama para animar la programación.
Vuelta a empezar. Un nuevo bulo congela el mundo.
Golpe de estado y risa enlatada en el matinal.
Hoy la verdad es accesoria. Una buena historia
no necesita ninguna dosis de realidad.
Fahrenheit 451. Señales de humo en tu boca herida.
Hoy la red es tierra quemada y avanza la nada en mundo fantasía.
Y bajo la tormenta tu voz tapando el ruido,
salvando los poemas, los versos de algún libro
los versos de algún libro.
Arde internet. Salva tu vida. Una estampida
portando antorchas busca razones donde no hay.
Echa a correr. Los libros arden y el disparate
se normaliza. La fiel audiencia aplaude en (prime time).
Vuelta a empezar, un nuevo día en el que la vida
se nos ha ido buscando una quimera virtual.
Navegarás un mar oscuro y será duro
diferenciar entre el espejismo y la realidad.
Fahrenheit 451. Señales de humo, arde mi cabeza.
Veo, a mis pies, rotos los cristales. Nada que no tape una gran bandera.
Tras las conspiraciones, sólo niebla y griterío para
no encontrar razones, para no hallar el camino Oohh
Fahrenheit 451. Señales de humo en tu boca herida.
Hoy la red es tierra quemada y avanza la nada en mundo fantasía.
Fahrenheit 451. Señales de humo, escucha mi voz.
¡Hay que ver!, profetas del odio. Es un buen negocio repartir rencor.
Y, bajo la tormenta, bailando tus latidos,
salvando los poemas, los versos de algún libro
los versos de algún libro.