Sentado en un rincón
pago la entrada
de una novia que le sube
la da vueltas y le baja.
Y cuando baja
está otra vez sentado
sobre un hilo que se escapa
de una aguja mal clavada.
Ay mi amor,
ay no sé
qué pena equivocarme
de paisaje.
Y ay, en ay
ay su voz
se apaga en fondo a un ay
el ilusionista entró en su vida.
El ilusionista entró en su vida
metió su risa en la chistera
y la hizo desaparecer.
Hundiéndose entre suspiro y suspiro
de esta vida se dio el piro
para nunca más volver.
Ay, que este truco no era así
que de su pulso no sale ni un tic-tac
y aunque contó hasta tres
no consiguió despertar
ilusionista charlatán
ilusionado y nada más.
Ay mi amor,
ay no sé
qué pena dar la espalda
a este paisaje.
Y ay,, en ay
ay su voz
sin vida por un ay
el ilusionista entró en su vida.
El ilusionista
el ilusionista
el ilusionista
robó su vida.