Y eso que me lo advirtieron,
pero de nada sirvió,
fue por instinto, el tuyo, asesino,
el mío fue confiar en vos.
Y entonces sólo atiné a sacarte del cautiverio,
te rescaté de tu prisión de cristal.
Te di alimento y durmiendo en mi lecho
te hiciste de mi propio calor.
Yo que pensaba que lo nuestro sería para siempre,
amanecí ante tu mirada letal,
dispuesta para lo peor.
Despertar ahogado en tu respiración,
despertar a tiempo de escapar
de tu amor constrictor.
Te vi, me miré con tus intenciones,
deslizando tu sensualidad.
Tu bramido al respirar,
tu lengua bífida, inmoral.
Y lo abarcaste todo, creciendo más y más,
y mientras tanto ibas midiéndome.
Te ayudé a cambiar de piel
sabiendo aún que me querías devorar.
Yo que pensaba que lo nuestro sería para siempre,
amaneciste enroscada en mi
dispuesta para lo peor.
Despertar ahogado en tu respiración,
despertar a tiempo de escapar justo a tiempo.
Y al igual que el temor
crece tanto como lo alimentás,
la serpiente que anida
en tu lado más oscuro, crecerá otra vez.
Despertar ahogado en tu respiración,
despertar de tu amor constrictor.
Despertar a tiempo de escapar,
despertar justo a tiempo.