Yo soy aquel cacatúa, que sueña tu pinta, Carlitos Gardel,
mientras se lleva la grúa mi sueño de tinta, borrón y papel.
Y vos doblando la esquina sos como esas minas que hacían temblar
a los guapos y a los giles y a los adoquines del viejo arrabal.
(II)
Aunque nos tapen las luces del día con mil carteles vendiendo en inglés,
mi Buenos Aires será todavía ciudad de tango en la sangre y los pies.
Aunque el orgullo rodó por el fango y al más tilingo lo aclamen campeón,
respirará esta ciudad aire de tango aunque le dejen un solo pulmón.
(I)
Y para siempre será ciudad de tango
y hasta en el viento escucharás un bandoneón.