Un pasillo largo, tan largo,
uniformes blancos, tan blancos,
y un olor a espanto que casi me pierde.
Colores extraños, tan parcos,
ruidos como humanos con tanta necesidad,
y yo que me parto en mil y apenas canto.
Sueño con partes del cuerpo y una ventana que al cielo da,
¿Es esto el mundo real?
Si no hay melodías ni cuentos,
no es el infierno, tampoco hay paz.
Cuenta la enfermera que afuera,
hoy es primavera, pero no quiere entrar,
claro, guardará una flor para perfumarte.
¿Cuándo descansarán todas tus muertes?
Convertí en tango mi pena mientras las horas vienen y van,
pinté una sala de espera,
y sólo me río por no llorar.