La ansiedad por verla a ella,
no la pudo manejar
y corrió sin darse cuenta,
ni su sombra quedó atrás.
Lo quebraron en Tolosa,
por querer ir a buscar
a sus dos pequeños hijos,
a los que él nunca iba a olvidar.
Lo noté muy angustiado,
como quién no quiere vivir más,
Le rezó un poco a los santos
y me habló de Sol,
su otra mitad.
Me entregó una carta en mano
sin saber de mi libertad,
entre pinchas y triperos
con quién también ibamos a ranchar.
Esta cama de cemento que me hiela el alma no asusta
pero cuanto daría por estar con vos
mi dulce Sol de nuevo, oh oh
Y esta cama de cemento que me hiela la sangre no asusta