De chiquilín te miraba de afuera,
como a esas cosas que nunca se alcanzan,
La ñata contra el vidrio
en un azul de frío,
que solo fue después viviendo
igual al mío.
Como una escuela de todas las cosas,
y una esperanza de amor.
¿Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja?
En tu mezcla milagrosa
de sabiondos y suicidas,
yo aprendí filosofía, dados, timba
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.
Me diste en oro un puñado de amigos,