Amigo mío que
desde que el tiempo fue
tiempo, vas sembrando guijarros
por donde es plomo el sol
y es tan espeso el polvo
del camino, que embarra el canto.
Si al ir manso a doblar
un recodo hacia el mar
vieses los ojos de esa muchacha,
detén tus aguas y
pregúntale si
se acuerda de mí.
Si la ves en primavera,
corre con ella por los trigales,
arrancando amapolas, avena y grama
para adornar el jarrón que hay junto a su cama.
Si la ves cuando el verano,