Con una mano larga para tocar las estrellas
y una presión de Dios en la huella,
pasó por tu cintura, tu revés y derecho
el curador de hombres estrechos.
Preparando el milagro
de caminar sobre el agua
y el resto de los sueños
de las dolencias del alma
vino a rajar la noche un emisario del al ba.
Y con voz tan perfecta que no necesita oído