De azul zafiro, noche de bar y estío,
escandalosa esquina
donde apoyé mis manos
en tus heridas, casi con descaro.
(II)
Te contará un pañuelo
que se llenó de zambas para amarte más y más,
y este cerro mío de lapachos tibios,
quiere volver a ver tu rostro de mujer, mirada de zafiro.
Y el cristo de septiembre, atento como siempre,
sé que te hará volver.
Y ya verás mujer,
que en ese oscuro azul de tus ojazos
dejé grabado un cielo de envidia
por la luz que ni la cruz del sur sabía de tu pelo.
Y así sabrás también,
preciosa flor, que no hay rival,
nadie a la par, belleza de alta gama,
me juego el corazón que volverás
para sentirte amada.
(I)