(I)
Pienso lo que siento
y aparece y canta y crece
mi lamento con su viento
que humedece
los desiertos.
Veo algo que creo
irreductible, puro y libre
ante los feos contorneos
de un terrible
Dios ateo.
(II)
Y me meto -me entrometo- por que tengo el pecho rojo
de una Loica en los confines de mis labios.
Y así crezco -¡si que crezco!- cuando ya ni tengo nombre,
pero exalto la bandada de los Buitres y los Cuervos.
Por que creo ¡Si que creo!.
(I)
Creo en el deseo
que erosiona las coronas
con arreos que yo leo
en la Amapola
de Morfeo.
Voto por el voto
de confianza y la esperanza
por lo roto pero ignoto
que se afianza
tras el coto.
Rabio sin ser sabio
por la niña y la semilla
por los años momentáneos
y las riñas
entre hermanos.
(II)
Por que siento que el intento es un hondo campesino
obligado a descender a estas ciudades.
Pero el viento -¡siempre el viento!- le acaricia las pestañas
en la dirección abierta de los verdes horizontes
Por que creo -¡si que creo!- en la hembra y en el hombre,
y en su condición de agua y no de acero
y me veo -¡soy un reo!- pero ya oigo las campanas
con que llaman mis cadenas a la misa de las alas
Y ya vuelo firme al suelo, porque, al ver la pesadilla,
la vencí tomando el curso de mis sueños
el Volcán libera al humo y tiemblan los edificios.
¡Me meneo, me meneo! ¡Oh!.
(I)
Canto como tantos
y conozco el beso tosco
del encanto, y tomo un manto
y me enrosco
Y me levanto.
Sigo de mendigo
de legiones de canciones
algo digo como un signo
que se expone
donde hay Higos.
ya me viro, ya termino
No al exceso de los sesos!
Si al camino
de regreso!.
(II)
¡Ya lo creo! ¡¡¡Ya lo creo!!!