Vuelvo a andar descalza en tu ciudad
cortándome con los cristales
de las luces que rompí aquel día
cuando creía no querer encontrarte.
Y ahora camino por las aceras
de esta espera interminable
sin saber si coger un tren y escapar
o quedarme en el andén a esperarte.
Me paro, y al mirar hacia detrás
brilla el sol en tu portal,
los tejados y balcones,
y ante mí llora la calle
y mueren las flores.
Te veo perdida en mis recuerdos
buscando el modo de marcharte,
visitando todos los aeropuertos
pero al final siempre cancelas el viaje.
Y para qué huir si quizá quieras quedarte
llenando mi pensamiento
convenciéndome de que nunca es tarde,
tú quédate ahí, piensa en mí muy quieto.
Y sueño, por qué no soñar,
de nada sirve ya pensar en esta ciudad abandonada.
Se ahogan en mí las notas
que llora una guitarra.
Y corro como un niño que sueña a lo grande
creyendo que todo es posible.
La nostalgia hecha añicos,
prefiero dejar para un rato eso de estar triste.
Y recorro las calles dejando
regalos en todos los portales.
Que si vuelves y no quieres verme,
que sepas que yo volví a buscarte.