Dame un beso, te dije, y al instante,
en tus mejillas el rubor sentiste,
y apartando, sin verme, tu semblante,
-tengo miedo- llorando, me dijiste;
-tengo miedo- más luego, dulcemente,
con tus labios, mis labios oprimiste,
y al sentir, de mi beso, el fuego ardiente,
-tengo miedo- llorando, repetiste.