Cierta vez me puse a pensar
que mi camino era incierto
era grande la oscuridad
en medio de aquel desierto
y mi vida vacía de pronto se llenó
cuando Jesucristo mis manos tomó
A sublime divinidad
/Suenan suenan las campanas en el corazón
porque a Cristo le he entregado
todo E amor todo E amor/
Y ahora no temo a nada
Hoy me entrego al Señor
para que El me guíe por donde yo voy.