San Francisco huele a senda recorrida
aunque fuera sólo en hojas de papel,
cuando llegas la humedad lo invade todo
y ese viento que no deja ni un minuto de correr.
Sabe como una mujer enamorada
de la que uno nunca se acaba de cansar
y te recibe con la piel al aire y limpia,
confiando en que recorras hasta su último lugar.
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar.
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar.
Y si Filmore es la calle de mi vida,
es tan sólo porque allí la vi pasar.
Ese sitio es como un gran cajón desastre
y aunque todo se revuelva siempre sabes donde estás.
Mientras la lluvia va borrando el espejismo
de felicidad que tengo, oh oh oh
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar.
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar.
Y te sientes como el más triste guisante
atravesando por la noche el Golden Gate.
Imaginas que eres un correcaminos al tomar la 101
dirección a San José.
Mientras la lluvia va borrando el espejismo
de felicidad que tengo y me coloca nuevamente en mi lugar.
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar.
Oh, oh se que ya no habrán
más mañanas que nos vean despertar. (bis)