En esas mañanitas de la Quebrada
yo bajaba las cuestas como si nada,
y en un marchar parejo de no cansarse,
me iba pidiendo riendas mi mula parda.
Al pasar por el rancho del Portezuelo,
salían a mirarme sus ojos negros,
nunca le dije nada, pero, ¡que lindo !
y de feliz le daba mi copla al viento.
(II)
Parezco mucho y soy poco
esperemos y esperemos
pa? cuando salga de pobre
viditai conversaremos.
(Repite I)