Querida vieja
Qué palabra decir que no te duela.
De cuánto orgullo se me anega el alma,
que he preferido la canción que vuela
desde esta selva a tu querida palma.
Me siento bien, digamos que me siento
alegre por tu amor y por mi vida,
dichoso de estrenarme en el tormento
de hacer al hombre aún, cuando la herida.
Cada mujer reparte tu mirada;
cada niño es tu vientre y cada niño
es una flor desnuda y lastimada,
muriéndose de sol por tu cariño.
Me despido de ti muy sonriente,
y habrás de compartir mi regocijo
con el beso de todos en la frente.
Tu hijo.