Exulten los coros de los ángeles
Exulte la asamblea celeste,
Y un himno de gloria
Aclame el triunfo del Señor resucitado.
Alégrese la tierra
Inundada por la nueva luz;
El esplendor del rey
Destruyó las tinieblas,
Destruyó las tinieblas,
Las tinieblas del mundo
Que se alegre nuestra Madre la Iglesia
Resplandeciente de la gloria de su Señor
Y que en este lugar resuene unánime
La aclamación de un pueblo en fiesta.
El Señor esté con vosotros,
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón,
LO TENEMOS LEVANTAC HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
(ES JUSTO Y NECESARIO)
(2)
Realmente es justo y necesario,
Exaltar con el canto la alegría del espíritu,
y elevar un himno al Padre Todopoderoso
y a su único Hijo, Jesucristo.
Él ha pagado por todos al eterno Padre
la deuda de Adán,
y con su sangre, derramada por amor,
ha cancelado la condena antigua
del pecado.
Esta es la Pascua
En que se inmola el Cordero.
Esta es la noche
En que fueron liberados
Nuestros padres de Egipto.
Esta es la noche
Que nos salva de la oscuridad del mal.
Esta es la noche
En que Cristo ha vencido la muerte
Y del infierno
Retorna victorioso.
¡Oh admirable condescendencia
De tu amor!
¡Oh incomparable ternura y caridad!
Por rescatar al esclavo
Has sacrificado al Hijo.
Sin el pecado de Adán
Cristo no nos habría rescatado.
¡Oh feliz culpa!
Que mereció tan grande redentor,
¡Oh feliz culpa!
¡Oh noche maravillosa,
En que despojaste al Faraón
Y enriqueciste a Israel!
¡Oh noche maravillosa,
Tú sola conociste la hora
En que Cristo resucitó!
¡Oh noche que destruyes el pecado
y lavas todas nuestras culpas!
¡Oh noche realmente gloriosa
que reconcilias
al hombre con su Dios!
Esta es la noche
en que Cristo ha vencido la muerte
y del infierno retorna victorioso.
En esta noche acepta, Padre Santo,
este sacrificio de alabanza
que la Iglesia te ofrece
por medio de sus ministros,
en la liturgia solemne de este cirio
que es signo de la nueva luz.
Te rogamos, Señor, que este cirio
Ofrecido en honor de tu nombre
Brille radiante;
Llegue hasta Ti como perfume suave,
Se confunda con las estrellas del cielo;
Lo encuentre el lucero de la mañana,
Esa estrella
Que no conoce el ocaso;
Que es Cristo tu Hijo,
Resucitado,
Resucitado
de la muerte.
Amén, amén, amén.