En el rincón más recluso de la casa, en la solana de tu boca
como una lluvia de incendios sin cabeza
terminaron por encontrarse todos los fantasmas del Sumidero
perpetuamente niños perpetuamente ausentes
hasta llegar a la esperanza de las tumbas.
Los profetas de las ilusiones decapitadas
harán ke cierre mis brazos de arena
y trataré de no soltarte ni a tí, ni a tus silencios ni a tí,
ni a tus extremos, ni a esa luz estrangulada ke se aloja en mi piel y
en cada astilla de mi noche más muda y
más ciega ke te buscará en lo más silencioso de esta séptima casa
de la oscuridad.