Esta es la brava historia,
de dos personas locas,
personas por cruzarse
y locas por juntarse.
Y cuando se subieron,
al carro del te quiero
aquellas dos palabras,
ya eran tejado y casa.
Mis ojos despejados,
te quieren dar despacio,
las flores más despiertas,
que hay en mi cabeza.
Te viene bien las doce,
de dia o de noche,
delante del museo,
planetas en el pecho.
Tu voz es mi columpio,
tu risa todo el parque.
Saludame a Neptuno,
saludame a Saturno.
Tus ojos son tan grandes,
que nunca se hace tarde,
si todo es inseguro,
flotando en ti, lo dudo.
Llegué un poco tarde,