Peregrina, de ojos claros y divinos
y mejillas encendidas de arrebol,
mujercita de los labios purpurinos
y radiante cabellera como el sol.
Peregrina que dejaste tus lugares
los abetos y la nieve, y la nieve virginal
y viniste a refugiarte en mis palmares
bajo el cielo de mi tierra, de mi tierra tropical.
Las canoras, avecillas de mis prados,
por cantarte dan sus trinos si te ven
y las flores de nectarios perfumados
te acarician y te besan en los labios y en la sien.
Cuando dejes mis palmares y mi tierra,
peregrina del semblante encantador,
no te olvides, no te olvides de mi tierra,
no te olvides, no te olvides de mi amor.