Cuando tus labios puedan, sin merecer el llanto,
confiar, de amor, sus penas y enmudecer en tanto;
conocerán los goces y aclararán tu mente
porque sabrán entonces lo que es un beso ardiente.
Los rojos y encarnados aleros de tu boca
cobijan, extasiados, el beso que te di,
la noche fue testigo de aquel beso ferviente
que puse, irreverente, en tu boca carmesí.
(Se repite la introducción)
besar el terciopelo de tu boca sensual;
bien sabes que tu ausencia es el peor de mis martirios
y sólo tu boquita es remedio de mi mal.
Si el sol se da en exceso marchita los claveles;
no temas que tus besos acaben mi existir,
pues cada beso tuyo contiene tantas mieles
que aquel que me asesina, me hace otra vez vivir.