Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Siempre me levanto con el pie mirando al suelo.
La voz muda me saluda desde lejos,
me regala su silencio pero yo me hago el sueco
mirándome en el espejo.
Y el espejo me devuelve su reflejo sin el mío,
yo lo asumo y sigo pero no me fío.
Me autodiagnostico sin un éxito mínimo,
así que me deprimo.
Coro.
Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Tengo el alma en cuarentena y roto el cuerpo.
¡Qué dolor, qué pe e e na y qué tormento!
Salgo a las aceras el andar desafinado.
La maleta llena de cantos rodados.
La sonrisa boca abajo de subir tanta escalera
sin llegar a ningún lado.
Y la historia me critica porque siempre estoy penando.
Y yo le digo: Pobre de aquel que oculta su llanto
Un ladrillo no sabe llora a a a ar
pero tampoco lleva bien el compás.
Coro.
Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Lo mal que estoy y lo poco que me quejo.
Tengo el alma en cuarentena y roto el cuerpo.
¡Qué dolor, qué pe e e na y qué tormento!
Y cómo me duele la vida entera
Y el médico me ha dicho que ponga en entredicho
la verdad más verdadera, que llegue tarde al nicho
y que a cada dolor nuevo le busque un placebo.
A mi burro, a mi burro le duele el amor
porque nadie le quiere, sólo le quiero yo.
Y a mí la pena me saluda cuando más me estoy riendo,
de remiendos tengo lleno el corazón.
(Incrementa la velocidad en las últimas 2 partes)