Yo no he visto a Linda,
parece mentira,
tantas esperanzas
que en su amor cifré.
No le ha escrito a nadie;
no dejó una huella.
No sabe de ella
desde que se fué.
Sabrá Dios cuántos
le estarán pintando ahora
pajaritos en el aire.
Yo no he querido
ni podré querer a nadie
con tan loco frenesí.
Menos el domingo,
todas las tardes,
salgo a ver al cartero
a ver si trajo algo para mí.
Oh, Virgen de Altagracia,
Quizás un día
se acuerde de mi