El tren se aleja, el tiempo pasa
la vida alrededor ya no es tan mía
desde el observatorio de mi casa
la fiesta se resfria.
Los pocos que me quieren no me dejan
perderme solo por si disparato
no tengo dirección para mis quejas
que tocan a rebato.
Acabaré como una puta vieja
hablando con mis gatos.
Superviviente, sí, ¡maldita sea!
nunca me cansaré de celebrarlo
antes de que destruya la marea
las huellas de mis lágrimas de mármol
si me tocó bailar con la más fea
viví para contarlo.
Dejé de hacerle selfies a mi ombligo
cuando el ictus lanzó su globo sonda
me duele más la muerte de un amigo
que a la que a mi me ronda.
Con la imaginación, cuando se atreve
sigo mordiendo manzanas amargas
pero el futuro es cada vez más breve
y la resaca larga.
Superviviente, sí, ¡maldita sea!
nunca me cansaré de celebrarlo
antes de que destruya la marea
las huellas de mis lágrimas de mármol
si me tocó bailar con la más fea
viví para contarlo.