Desde la ingravidez de este cielo anestesiado.
Desde la ingravidez de un mundo que ya ha claudicado.
Desde la ingravidez de nuestro último adiós.
Desde la insensatez de no querer olvidarte otra vez.
Parece innecesaria esta necesidad que necesito
como los mares la ingravidez del infinito.
Te quiero como un gato ama la infidelidad.
Te quiero como un peso de pluma sin posiblidad.
La ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
La pequeñez del corazón de las promesas.
Este desesperar, este saber que no hay remedio,
este deambular por la vida, este intermedio.
Este atisbo de vejez del presente al sonreír.
Esta desnuda ingravidez que me trae tu nombre otra vez.
Te quiero de esta forma tan rara de querer.
Te quiero por tus ojos que siempre me obligan a volver.
No pediré ya nada que pueda conseguir,
tan sólo el asombro distraído de vivir.
La ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
Y esta embriaguez de eternidad sobre la mesa.