las luces de la fiesta se apagaron y, nos quedamos solos,
sin nombres ni apellidos sin un mapa de, la isla del tesoro
con todo el universo de bolsillo que cabe en una cama, con
la maldita vida por delante marcada en nuestras caras, las
copas dieron paso a las miradas después la poesía, palabras
el aire que rosaban, tu, suave lencería, y luego la pacion
y luego el tedio y el nada que decirnos, y todos los relojes
que gritaban, para no despedirnos, y quien le pone al gato el
cascabel cuando el alma hace un pacto con luz del cuando los
corazones, caminan con tacones, por la delgada linea del placer
que va del adulterio al cabaret, malditos sean los trenes, que
exilian sus andenes al este del edem,