Un espeso olor a zumo vegetal gotea la selva
por el pecho de los cedros
que lastiman los hacheros
buscando el pan.
Al momento que el gigante para siempre se desploma
libra altivo el misionero un alarido hacia la vida
desnudando en las entrañas madereras
mil tabúes y leyendas de pureza virginal.
Y es el filo de las hachas una boca
hambrienta de sudor y vegetal.
Talla enorme de la fronda impenetrable y lujuriosa
donde nacen los hechizos,
seculares y el misterio
del litoral.
Resonando el incesante golpeteo de las hachas
despereza en las lagunas los caimanes en vigilia
y entre el velo fantasmal de la maraña
se derrite un sol naranja de tibieza tropical.
Y es el filo de las hachas una boca
hambrienta de sudor y vegetal.