Entre suspiro y suspiro, no encuentro el olvido,
me está matando un querer,
porque una ingrata perjura, a mi alma tortura
y me hiere con su desdén;
entre sollozo y sollozo, no encuentro reposo y
lloro y canto a la vez,
porque cantando mitigo el duro castigo que Dios
me quiso imponer.
¿Por qué, Diosito tan bueno, que siendo justo y sereno,
me manda un castigo así?
por qué, me escogió esta suerte que me ha sentenciado a muerte