El alma que siempre vuelve
a los rincones queridos,
a los sitios recorridos
y al aire que huele a mar.
Mañanas de bicicletas,
dando vueltas por El Tiro,
los secretos a la siesta,
en una escapada hasta el río.
Sin olvidar las peleas
Enorme cielo celeste, todo pintado a acuarela,
esta querida aldea, que fue guarida y escuela.
En mi memoria silvestre sigue volando la arena,
esta creciente marea que de chiquito me lleva.
Tarde de Cine París,
Arboledas de eucaliptos,
inundando los caminos,
y el aroma de los pinos
del divino Paque Lillo.
Esperando el Bondi azul,
diagonal, centro, hospital,
o del puerto al cementerio,
el paseo final.
Enorme cielo celeste
.