Ella sigue viniendo a los ojos de mi alma
y se queda a mi lado y no sé qué contarle.
Yo me escondo en el fondo de la ausencia y me digo
que es inútil la muerte no hay con qué acostumbrarse.
Cuando alcanzo a mirarla ella es sombra a lo lejos;
La casa está desnuda de poesía,
el ventanal ninguna cosa mira
La abuela va, interminable vida.
La abuela va, rozando la elegía,
y mi cantar no puede dar con ella todavía.
Dulce amiga su mano con un dejo de pena
me acomoda el cabello igualito que antes.