El viento en las ramas murmura sin voz
entre lamentos y quejas
y a veces se puede oír con atención
ecos e historia que deja.
Un día por la tarde escuché una canción
que hablaba de las sequias
de la sed del bosque que se marchitaba
al calor de esos largos días.
Y otoño se internó en los bosques y fue
soplando una flauta vieja
y hablaba a los árboles y al corazón
oscuro de la madera
y hablaba a los arboles y al corazon
oscuro de la madera.
Aquel que le oyera y pudiera seguir
sus pasos por las laderas
contó que marchaba camino a la mar
camino a la mar eterna
contó que marchaba camino a la mar
que hay al confín de la tierra.
Y el bosque que nunca dejo su lugar
que le alimenta y le guarda
permitio al menos que sus hojas marcharan
a provar de aquellas aguas.
Desnudas quedaron las ramas al soplo
de algún flautín de madera
y aquel que se interne en el bosque hallará
que solo pisa hojas muertas.
Si otoño se marcha camino a la mar
y el bosque suspira y vuela
en sus sueños sin ojos que nunca verá
las hojas que el viento lleva.
Si otoño te engaña y te dejo partir
a donde irás mi pequeña
detrás de un flautista camino a la mar
o antiguas baladas que deja escuchar
mi llanto por las laderas.