¡Ah ciego qué era advertido
aquel ciego de Santiago!
Veinte hijos llegó a tener
con las mujeres del pago.
El curita le decía
que no hiciera tanto estrago,
No hay tonto lerdo pal fuego,
si se queman las batatas.
Mientras se chupa los dedos,
las apaga con las patas.
INTERMEDIO: Como la Introducción
En la zafra tucumana,
andaba de guitarrero.