tus ojitos en noche serena;
quiero oír otra vez
tus palabras calmando mi pena;
quiero ser otra vez
el que inquieta la paz de tus sueños,
con la voz amorosa
de un cariño borracho de ensueño.
Y quisiera, sobre todo,
un poquito de esperanza;
tu te has vuelto muy esquiva,
muy dada a la desconfianza.
No hay razón, dulce bien
que me trates como a un extraño,
siempre soy el que he sido,
no me pagues con un desengaño.
Mira, nena, me harías mucho daño.