Sentados en corro merendábamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa
Te morías por volver, con la frente marchita cantaba Gardel
Y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy
Iba cada domingo, a tu puesto del Rastro a comprarte
Carricoches de miga de pan, soldaditos de lata
Con agüíta del mar andaluz quise yo enamorarte
Pero tu no querías más amor que el del Rio de la Plata.
Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta