apaga todas las luces, pon esmero,
arréglate la ropa, mírate en el espejo.
Peinate como entonces, igual que aquellos días,
reviéntate el granito junto al labio, suspira,
bebe a sorbos y mira por el balcón abierto,
puedes incluso tararear algúuuuuuun boleeero.
Enciende la televisión, que tal vez pongan
las viejas películas de la Baccal y Bogart,
mira otra vez la hora, recorre los pasillos,
comprueba que en la cocina gotea aún ese grifo.
Abre el frigorífico y pica cualquier cosa,
túmbate en la cama, muerde la almohada, llora,
maldice, blasfema, si así lo quieres da un grito,
pero nunca jamás, no cojas ese teléfono maldiiiiiiito.