Las casitas apenas dibujadas
atardecen grisáseas y cansinas
La que está en la cortada justo a un lado
del enorme almacén que da a la esquina
es la nuestra, Raquel, llame a su puerta
y pregunte si está Marga o Dorita.
Ud. sabe de ellas, las ha visto,
en las fotos que guardo de esos días
son mis buenas hermanas las mayores,
digalés que las quiero tanto, hija!
Llamemé para adentro a cada paso
llameme con el alma hijita mía
traigame si es que puede cuando vuelva
un poquito de tierra de Mantilla.
Con los ojos cerrados se ha quedado
aspirando ese olor a mandarinas
Ay! que lejos que queda Buenos Aires
de este cielo infinito de Mantilla!
Los amigos de ayer, decia mi padre
se juntaban de noche en la cantina
y jugaban al truco hasta el cansancio
tal vez sigan allí como esos días.
Cuando llegue pregunte por el Nacho
digale que le cante Niña Mía
nunca habran de encontrar cantor como ese
chamame del mejor, que maravilla!
He venido a buscar a su pueblito
a llevarle la tierra que pedía
la promesa he cumplido, padre, piensa,
aunque Usted ya no esté para vivirla
Y golpeó la puertita de la casa
la salió a recibir su vieja tía,
se perdió entre sus brazos sin palabras,
bajo el cielo infinito de Mantilla!