Arrabal amargo metido en mi vida,
como la condena de una maldición.
Tus sombras torturan mis horas sin sueño,
tu noche se encierra en mi corazón.
Con ella a mi lado no vi tus tristezas,
tu barro y miserias, ella era mi luz.
Y ahora, vencido, arrastro mi alma,
clavao a tus calles igual que una cruz.
Rinconcito arrabalero, con el toldo de estrellas
de tu patio que quiero.
Todo, todo se ilumina, cuando ella vuelve a verte
y mis viejas madreselvas están en flor para quererte.
Como una nube que pasa mis ensueños se van,
se van, no vuelven más.
A nadie digas que ya no me quieres.