Con tu rostro tan angelical
y tu rubio y prolijo cabello,
quién diría que un chico tan bello
es capaz de portarse tan mal
Ni la ley de obediencia debida
Sos experto en torturar adolescentes
Y al robar aprovechando la ocasión,
suponés que sos un bravo y un valiente,
sin embargo para mi sos un ca-
nalla, reventado y hoy la gente
te desprecia abiertamente
por cobarde y por ladrón.
Demostrás tu valor y entereza